miércoles, 25 de junio de 2014



“-¿Esos payasos se ríen de nosotros?
Y permaneció callada. En el momento donde más debía hablar, las desnudez quizá la intimidaba, su cuerpo la delataba.

¿Habrá sido su primera vez?

Se entregaba, y no en alma, en cuerpo, en carne. Carne sedienta de carne, el alma la había abandonado, había huido, se había escapado corriendo, buscando otro cuerpo en el que habitar. Había perdido, y lo sabía, sin rodeos, no pidió explicaciones.
  

Un calor sutil, recorría su cuerpo, mis manos desnudas, caminaban su cuerpo desnudo, afiebrado de tanta excitación, siempre  sentió curiosidad, ¿Como seria tocarme, sentir mi cuerpo? corroborar las leyendas, “Soy la mejor en esto, soy la única”.
 La luz se atenuaba lentamente, caía el peso de la oscuridad, mientras los sonidos perdían toda importancia, soñaba.

Ahora recuerdo el sueño:
 "La luz del cuerpo es el ojo.
Si, pues, tu ojo estuviere sano,
Todo tu cuerpo estará lleno de luz."



La fiebre recorría el cuerpo,  estaba tan caliente, delirante, ensueños. Pasando desapercibida la tome de la mano, ella fue una más, que se atrevió a bailar su ultimo baile…”



(Pintura:Cerca de la cama de la Muerte (Fiebre) Edvard Munch)

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